La situación en España es para echarse a llorar. Primero para echarse a llorar y luego para tomar decisiones. Decisiones que nos saquen de esta locura que se ha convertido un país en el que los estudiantes tienen que ir con batamanta al colegio porque no hay dinero para calefacción. Donde cuando protestan por la situación precaria en la que se encuentran, los políticos sacan a los antidisturbios para negociar con ellos.
Y solamente es un ejemplo.
Tenemos 5.273.600 parados. Muchísimos de ellos (+900.000) de larga duración, sin prestaciones sociales, sin ningún tipo de ayuda por parte del Estado. Además, la solidaridad familiar desaparece cuando más de 1.500.000 hogares tienen a TODOS sus miembros en paro. Datos: Inem.
Los que todavía seguimos trabajando, vivimos en el mundo del miedo. Antes nos podían tirar a la calle sin muchas explicaciones, ahora nos pueden tirar a la calle sin ninguna explicación.
Las protestas del año pasado, el #15M, manifestaciones y revueltas solo fueron un aperitivo de lo que está por venir. En Valencia ya llevan 3 días con la policía en la calle golpeando a todo lo que se mueve, sin distinción de edad, sexo, religión o nacionalidad. Y no parece que ningún mandatario tenga idea de frenar esta locura, al contrario, siguen pidiendo aplicar mano dura contra los violentos manifestantes.
Algunos hablan de huelga general indefinida, otros de manifestaciones multitudinarias, otros de quemar las ciudades. No creo que la violencia vaya a ser la solución, pero comprendo la frustración de quienes no ven ninguna otra salida. Muchos hemos estado en cienes de manifestaciones y vemos que no cambia nada, que a los políticos les da igual si hay 10 ó 10.000 ó 1.000.000 de manifestantes. Ponen su cara de ladrillo y dicen que cómo son los franceses que hacen burla de nuestros deportistas porque nos tienen envídia.
La situación no va a mejorar, es más, va a empeorar. La cifra de desempleados seguirá aumentando, incluso lo aceptan en el Gobierno. Los parados sin prestación también aumentarán.
Sin embargo, somos incapaces de ver que estamos todos en el mismo barco y que el sufrimiento de unos hoy, será el nuestro de mañana. Que si no apoyamos a quién está en problemas a día de hoy, nadie nos apoyará. Si no salimos todos a la calle, no esperemos que nada cambie. Y no va a ser fácil, pero valdrá la pena el esfuerzo.
¿Qué opciones nos quedan? ¿Podemos aguantar que sigan imponiendo un estado policial y del miedo? Están estirando tanto de la cuerda que se va a romper y puede desembocar en una revolución de consecuencias impredecibles.
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